Hace tiempo que me ronda este post por la cabeza. Hoy me he decidido a escribirlo a raíz del estado de facebook de una conocida. Ha colgado este artículo sobre el desarrollo supuestamente inminente de úteros artificiales que conseguirán hacer bebés desde cero sin necesidad de que las mujeres concibamos, gestemos, ni demos a luz.
Al margen de aquellas mujeres que creen que la maternidad es un atraso y una fuente de opresión sí o sí y que rechazan vehementemente su cuerpo (respecto de las que hoy no hablaré), nos encontramos con mujeres que, como la que ha colgado el artículo que os menciono, tienen miedo. En concreto, la que ha posteado el link ha dicho algo así como “delivering a baby is fucking scary” (para las que no habléis inglés: “dar a luz da muchísimo miedo”) y ha dado gracias a la tecnología por liberarla de semejante tarea.
Mantengo con preocupación múltiples conversaciones tanto con familiares, amigas, conocidas y desconocidas, donde la tónica general es la misma: perciben el embarazo y el parto como un asunto muy grave, como algo muy peligroso, como algo que para acabar bien necesita de la intervención de la medicina.
Mujeres con pleno dominio sobre sus cuerpos, algunas atletas, deportistas, capaz de llevar a sus cuerpos al límite, de disfrutarlos en el esfuerzo… a las que su útero les da pánico. Viven su menstruación con horror y el embarazo y el parto les parece algo horroroso y peligroso.
Da igual que les expliques que son procesos fisiológicos normales. Da igual que les ofrezcas datos que demuestren que la reducción de mortalidad en embarazo y parto tiene que ver con la mejora de la alimentación y salud en general y sobre todo con la higiene. Sí, antes morían más mujeres en los partos, igual que también moría más gente en general por causas muy diversas. Da igual que se les muestre evidencia científica y datos conforme la alta intervención médica en realidad arroja peores datos de morbomortalidad materna e infantil.
Da igual que esté documentada la aproximación patológica de todo aquello que tiene que ver con la mujer a nivel científico y médico. Durante siglos se nos ha considerado seres incompletos, abortivos, inferiores a nivel de evolución. Se debatió durante más de cien años si éramos seres humanos. Hemos sido objeto (no sujeto) de investigación desde una mirada científica que nos ha sospechado y nos ha considerado peligrosas. (Hay bibliografía extensa al respecto).
También da igual que las mujeres y todas las personas en general tengamos más probabilidades de morir en un accidente de tráfico, en una caída, ahogadas o sofocadas que en un parto. Nos subimos a un coche a diario tan tranquilas, disfrutamos de la comida sin miedo a atragantarnos, nos bañamos en la playa y en la piscina en nuestro tiempo de ocio… en cambio vamos a parir acojonadas.
TENEMOS MIEDO. TENEMOS MIEDO DE NUESTROS CUERPOS Y SOBRE TODO TENEMOS MIEDO DE NUESTROS ÚTEROS.
Tenemos miedo no sólo por todo aquello que ignoramos, si no por toda esa información que continuamos recibiendo que nos insta a creer que no podemos, que no sabemos, que estamos en peligro.
Entonces me dicen “¡es que duele!”. Y me explican la cantidad de historias de terror sobre partos que han ido escuchando de sus allegadas, madres, etc. Me da mucha tristeza. Vivimos en una sociedad donde el parto se ha convertido en algo de terror, algo doloroso.
Pero es que duele, ¿no? Para empezar, el parto es algo doloroso en la cultura occidental. Hay numerosas culturas documentadas que no viven el parto con dolor. No está claro que las hembras animales lo experimenten. De hecho en nuestra sociedad también hay mujeres a las que el parto no les duele.
Si lo pensamos bien, en el parto la máxima hormona interviniente es la oxitocina, responsable de los orgasmos. Nuestro sexo se llena de sangre, una de las formas naturales de acelerarlo es masturbarse… Hay mujeres que experimentan partos orgásmicos. ¿Veis por dónde voy?
Tal vez nos duele sólo porque nos han dicho que nos duele. No digo que el dolor no sea real, claro que nos duele. Pero la propia ciencia ha probado que el dolor tiene mucho que ver con la psique. De este modo, sabemos que las hijas de madres que hablan de la menstruación como algo negativo (o directamente no hablan, convirtiéndola en un tabú), experimentan más dolor. Esto pasa con todo en la vida, si tenemos miedo, vivimos algo con negatividad, tenemos más probabilidades de sufrimiento.
Esta es otra clave: puede haber dolor sin sufrimiento. Muchas mujeres que han preparado sus partos desde el empoderamiento han vivido cada contracción con dolor pero con alegría, sabiendo que cada una de ellas era señal de que su cuerpo estaba haciendo su trabajo y las acercaba más a su amado bebé.
Por otra parte, los partos hospitalarios altamente intervenidos duelen más. La inducción con oxitocina sintética duele muchísimo precisamente porque es artificial. La prohibición de moverte y cambiar de postura en muchos hospitales, o de estar tumbada, aumenta al máximo la sensación de dolor…
Sí, hay historias de terror. Pero también hay historias como la mía y la de muchas otras tantas mujeres que han elegido empoderarse en sus partos, al margen de que fueran hospitalarios o no, intervenidos o no.
Sí, mi parto dolió. Pero también bailé tango y me dí el lote con mi marido, hablamos de cosas románticas y nos reímos mucho. No fue perfecto, pero fue bonito, fue una experiencia positiva, fue empoderador. Mi cuerpo supo lo que tenía que hacer y confirmé el mantra que me había repetido a mí misma durante todo el embarazo cada vez que alguien me decía que no podía: SÍ PUEDO, OTRA MANERA DE HACER LAS COSAS ES POSIBLE.
Es como todo en la vida. Miro a mi alrededor y veo matrimonios de mierda, miseria en el mundo, malas personas. Todas tenemos claro que hay muchas cosas que pueden salir mal. Hay matrimonios y relaciones que van bien y otras que van mal. Hay vidas “felices” y vidas muy duras. Hay días buenos y malos. Hay gente que se va de viaje a un sitio y le ha gustado y gente que va a ese sitio y lo ha odiado. Hay gente a la que le encanta la tortilla y gente a la que no le gusta comer huevo.
Pero lo normal si yo quiero preparar una tortilla es que le pida la receta a la persona que disfruta haciéndolas. Lo normal si yo quiero que mi relación funcione es que me fije en relaciones entre personas felices de estar juntas.
Si yo sé que me toca subir el Everest y no hay más tu tía, lo normal será que busque inspiración en personas que lo han subido antes y sobre todo, ¡que lo hayan hecho con alegría y positividad!
¿Por qué en el parto nos fijamos en las historias de terror? Sin negar que estas malas experiencias existen, son legítimas y posibles, ¿por qué seguimos asumiéndolas como inevitables? ¿POR QUÉ NO NOS EMPODERAMOS LAS MUJERES?
¿Por qué no nos rodeamos de personas que nos digan que SÍ QUE PODEMOS? No sólo eso, que nos digan QUE DISFRUTEMOS DEL PROCESO, que aprendamos de él. Que nos animen a salir reforzadas del mismo. Que nos digan que es posible vivirlo CON ALEGRÍA, y que no nos preocupemos, que si algo tiene que salir mal en la vida (no sólo en el parto) estarán a nuestro lado y confían en nuestra capacidad para tener herramientas para afrontarlo.
¿De qué nos protege esta negatividad imperante alrededor del cuerpo femenino y sus procesos? (menstruación, embarazo, parto, postparto…) ¿Por qué se nos niega la alegría de vivir en nuestros cuerpos?
Hay gente que tiene fobia al agua y se la trabaja en el psicólogo, a la ciencia no se le ha ocurrido decir “vamos a eliminar el agua porque hay gente que le tiene miedo y además es peligrosa porque hay personas que se han ahogado”.
Tampoco dice “a partir de ahora todas las personas tienen que usar dispositivos de respiración mecánica porque respirar es muy peligroso hay personas que se han asfixiado.” Tampoco “cagar es un atraso, vamos a poneros a todos un tubo que salga del intestino directo a una cómoda bolsa que iréis cambiando.”
En cambio sí nos dice que ser mujer es peligroso y patológico y salen mil “opciones” que prometen que van a liberarnos (previo pago) de la mierda que debe ser tener estos cuerpos defectuosos.
Y así hay personas que consideran que parir es un atraso y que lo mejor es hacer una cirugía abdominal mayor, porque es muy normal que una mujer tenga miedo de parir fisiológicamente pero no tiene que tener miedo de que la abran en canal, le rajen el útero y de que sus probabilidades de morir en el parto y otras complicaciones graves aumenten (ahora sí) muy significativamente.
Esta gente son los mismos que vienen a salvarnos de nosotras mismas con el rollo del útero artificial. Porque no sólo niegan el cuerpo femenino, quieren aniquilarlo. Han venido a aniquilar a la madre y al cuerpo materno.
Hay personas a las que el parto les da miedo, pero no temen todas las posibilidades dudosas ¡y peligrosas! que abre el hecho de que la reproducción quede en manos de las máquinas. Al margen de una sociedad donde rija el desamor, que ya de por sí a mí me parece un auténtico infierno… Imaginemos un Estado con semejante tecnología, podría producir seres humanos para ser destinados a guerras, ejércitos enteros, todos ellos bajo su exclusiva patria potestad. Hombres y mujeres a los que una vez muertos nadie lloraría…
Vamos a toda velocidad hacia el “Mundo feliz” que tan bien describía Aldous Huxley, donde produciremos seres humanos sintéticos, aterrorizados de su existencia encarnada. Seres que obedecerán exclusivamente a deseos de ciertos egos y estricta necesidad social.
El amor no existirá, tampoco se le esperará. De hecho, ya disponemos de lo que el escritor denominó “soma”, ¿no estamos todxs hasta arriba de ansiolíticos y antidepresivos para soportar nuestras existencias supuestamente perfectas y liberadas? El psicopoder del que nos habla el filósofo Byung-Chul Han ya está plenamente operativo y parece que ha venido para quedarse.
Ahora más que nunca, una mujer que reivindica su cuerpo, se encarna en él, que decide hacer de él su aliado y no su enemigo, que abandona las dicotomías cartesianas jerárquicas donde mente-cuerpo van separados y la primera pasa por encima del segundo, una mujer que es FELIZ y que decide libremente reproducirse y que lo hace con alegría… Una mujer que pare chutada de su propia oxitocina y endorfina endógena y amamanta con la mirada salvaje desbordada de amor hacia su bebé… esa mujer es una revolución en sí misma, es subversiva. Esa mujer es dueña de su existencia y de su destino, de su cuerpo, de sus pasiones y de sus afectos. Esa mujer está viva.
Quiero terminar este post recordando una cita de Rosi Braidotti:
“En una perspectiva feminista, lo que resulta particularmente problemático es que la apropiación biotecnológica de lo maternal ocurre precisamente en el momento de la historia en que las mujeres han exigido explícitamente el control político sobre sus cuerpos y su capacidad reproductora.
Y volvemos a la cuestión del chronos; si seguimos la lógica del biopoder, las mujeres serán apartadas por la fuerza de las formas tradicionales de la maternidad, basadas en la familia patriarcal heterosexual, y llevadas a una reproducción altamente tecnificada igualmente masculina.” Sujetos nómades, Rosi Braidotti (2000)
MUJERES DEL MUNDO, ¡EMPODERÁOS!