Estoy cansada. Tanta información, tanto activismo. Naciones Unidas nos da la razón, la OMS nos da la razón, los Tribunales nos da la razón. El Ministerio de Sanidad nos da la razón. Y elaboran una tras otra guías que recopilan la evidencia científica y ponen contundentemente de manifiesto que la práctica obstétrica en la mayor parte del mundo es una auténtica vergüenza. Y perdonadme que lo exprese así, pero es que hoy me pilláis hasta las narices.
Lo peor ya no son las faltas de respeto, que nos traten como cachos de carne que pueden pinchar, cortar e intervenir a su voluntad. Lo peor es que los procedimientos que según el establishment médico nos salvan, son altamente iatrogénicos. En los países más intervencionistas (Espana, Usa…) se obtienen peores resultados en morbomortalidad materna e infantil en comparación con los menos intervencionistas.
Y aquí empieza la retahíla de sin sentidos.
Noooo que a mi me salvaron la vida. Se me invirtió el útero y me lo pusieron en su sitio con maniobra de emergencia y después a la UCI tres días, casi me muero. Ah vaya, ¿y así de la nada? Sí, momentos antes estaba a punto de parir y las enfermeras se subieron a apretar sobre mi barriga y lo siguiente que sabemos es que se me sale el útero. Ahá.
Osea que el personal médico estaba practicando una maniobra (Kristeller) prohibida en muchísimos países porque no aporta nada y es peligrosa precisamente por este tipo de cosas, pero “te salvaron la vida”. ¿Cuenta como que te salvan si te lo han provocado ellos en primer lugar?
Menos mal que estaba en el hospital, porque fue una cesárea de urgencia. Era una inducción sabes, estaba de 41 semanas ya y me dijeron que el niño era demasiado grande. Ah, pero un embarazo es a término tanto en la semana 37 como en la 42… Nooo pero qué dices es peligrosísimo el niño se puede morir porque es demasiado grande y ya no tiene espacio, (blabla), el caso es que empezaron a inducirme y yo no dilataba. Ah, ¿no dilatabas tú? No, se ve que mi cuerpo no dilata. Bueno, ¿y cuánto pesó el bebé? Uy, al final era pequeño, apenas dos quilos y medio.
Después de hacerme de todo, que si progesterona, que si globo sonda, que si gotero de oxitocina a tope, epidural, todo esto en litotomía (menos oxígeno al útero por presión de la vena cava), (después de llevar a un cuerpo al límite, un cuerpo que no había dado señales de parto y tampoco de alarma), resulta que no dilataba. Bastante hicieron esperando varias horas a ver si lo lograba. Y de repente la máquina empezó a pitar. Ostras todos corriendo el bebé sufría, no aguantaba las contracciones… Ah vaya… ¿Qué mala suerte?
Pues a mí mi gine me dijo que tenía que ser una cesárea porque había riesgo. ¿Ah había riesgo? Sí, tenía no sequé que eso es motivo de cesárea. Ostras espera, esto no figura en la lista de la OMS y las autoridades sanitarias como motivo... No calla, tú no sabes, es el gine el que sabe. Total que me dice que en la semana 37 el bebé ya está hecho que para qué vamos a esperar más.
Pero un momento, si el embarazo no es de riesgo, ¿no prefiere seguir las recomendaciones y esperar tranquilamente a que tu cuerpo se ponga de parto y así asegurarse de que es a término y se desencadene el necesario (y beneficioso) proceso hormonal? ¿Pero qué dices? ¡Tú qué vas a saber! Total que iba a ser el día X pero al final me ha dicho que como cae en viernes que vaya el martes. ¿El de la semana siguiente? No, el de la semana antes.
Mi bebé nació, yo quería hacer lactancia materna pero no succionaba. ¿No succionaba? No… no sé, no quería succionar sólo dormir, era como si no tuviera fuerzas. Total que el pediatra me dijo que biberón porque eso no podía ser. (Sacar antes de término en cesárea electiva a un bebé, precisamente además de muchos otros, implica el riesgo el de no estar preparado para la vida extrauterina con las consiguientes complicaciones).
Casos como estos, a patadas. Los escucho a diario, con total normalidad. Los obstetras explican sus grandes hazañas con orgullo, como medallas. No se plantean qué estaba pasando antes para que un parto acabe como el rosario de la aurora. Sí, son capaces de arreglar el marrón. La madre está viva, el bebé está vivo. ¿Todo arreglado?
Qué hay de ese parto respetado, disfrutado (sí, disfrutado, desgraciadamente pocas mujeres saben que pueden -podemos- parir y que nuestros cuerpos están preparados para gozarlo), que esa madre nunca volverá a tener la oportunidad de vivir. Qué hay de ese primer instante de piel con piel donde mamá y bebé se miran a los ojos enamorados. Qué hay de esa lactancia que se nos ha esfumado… Qué hay del amor, señoras y señores.
Qué hay el amor. Dónde queda en todo esto el amor que se supone que mueve el mundo y al que nos cuesta tanto darle entrada.
Por qué se aparta al amor en pro de una seguridad que ellos mismos pisotean a diario con sus procedimientos iatrogénicos. Por qué las mujeres tenemos que tener la cabeza comida de que el embarazo y el parto son algo peligrosísimo.
Cualquier persona, en cualquier momento, puede ver su vida torcida y morir. ¿Significa eso que tenemos que irnos todos a vivir al hospital y ver restringidas nuestras libertades aún en contra de nuestra voluntad?
Ya, pero es que durante el embarazo hay riesgos. Perfecto, hay más riesgos. También tiene más riesgos por ejemplo una persona diabética que una persona no diabética. ¿Llevamos a vivir a las personas diabéticas al hospital y les despojamos de todos sus derechos como ser humano y sobre su cuerpo?
O sencillamente aceptamos que la seguridad absoluta no existe, que la gente también se muere en los hospitales, hombres y mujeres… que tenemos que vivir nuestras vidas dentro de un marco de seguridad razonable con el que ante todo nos sintamos cómodos y que no restrinja nuestras posibilidades de amar y ser amados y de disfrutar de nuestras existencias con plenitud.
Es más. Por qué algunos insisten en erradicar las alternativas proclamadas como seguras (y con menor morbomortalidad maternoinfantil) por las autoridades sanitarias como son el parto atendido por matronas (el personal sanitario formado para atender el parto normal, hablemos de intrusismo señores ginecólogos, hablemos) y seguimos machacando con un sistema de partos ilógico y cero respetuoso con la mujer y las personas que vienen al mundo.
Digo personas porque si digo bebés, ya sabemos todos que los bebés y los niños son los parias, a nadie les importan y no preocupa que sienten y padecen.
Estoy cansada. Estoy cansada de escuchar auténticas salvajadas y tener que poner mi mejor cara de póker. Asentir. Estoy cansada de fingir para no herir a personas que no saben que ya han sido heridas.
Mientras tanto las personas del futuro siguen naciendo con violencia. Y las mujeres piensan que sus cuerpos no saben parir.
Un abrazo.