Crianza,Día a Día

Pequeños criminales

El lunes me sucedió algo que me hizo poner palabras a una sensación que tengo desde hace tiempo.

Peque A tiene veinte meses. Como sabéis yo la integro en todas las actividades cotidianas porque es mi hija y por supuesto cuento con ella. Estando en el supermercado, le voy pasando las cosas que vamos a comprar y le pido que las ponga en la cesta, y lo hace. Así evito la típica escena de niños con rabietas en el súper, evitable si les integramos y enseñamos cómo funciona el proceso. Si nunca les dejamos participar, normal que se vuelvan seres asociales.

Después de ir por todo el local e ir poniendo las cosas en la cesta, fue el momento de ir a caja, que también le gusta mucho porque me ayuda a pagar y a coger el ticket. En la caja había una mujer que siempre es extremadamente amable y agradable.

Pues bien, cuando peque A intentó coger el típico producto que tienen en promoción en el mostrador, esta mujer se transformó y en un tono muy agresivo que no le había escuchado nunca profirió:

“¡NO! ¡Ya está bien los niños que lo tocáis todo!” para luego dirigirse a mí “A los niños los padres tenéis que mandarlos y ponerlos en su sitio.”

Me quedé en shock, pagué y me fui. En primer lugar, su reacción me pilló por sorpresa porque como digo siempre ha sido una persona muy dulce. Por otro lado yo creo que el tipo de palabras que elegimos dice mucho de nosotros como persona. No utilizó la palabra educar, que presupone por ejemplo dar herramientas al niño para que vaya siendo más autónomo y se integre en la sociedad. Utilizó las palabras mandar, que significa dar órdenes desde la autoridad, desde una posición desigual; y poner en su sitio, que implica que mi hija está fuera del sitio donde tiene que estar y yo debo retornarla a la fuerza.

Comentando esto con las amigas del barrio todas me dijeron “ah sí, esa mujer es amabilísima pero odia los niños.”

Esto es solo un pequeño ejemplo de otros muchos que mi hija y yo, o amigos y amigas y sus pequeños, experimentamos cada día ¿Por qué vivimos en una sociedad donde los niños molestan?¿Donde son vistos como seres malignos que manipulan a los padres desde el minuto cero?

Mi hija no estaba haciendo nada malo. De hecho se comportó de forma “ejemplar” hasta que vio el producto del mostrador, recordemos que situado allí expresamente para captar nuestra atención, y entonces lo único que hizo fue intentar cogerlo.

Me viene a la cabeza que también podríamos quejarnos de que haya gente mayor en la compra. Los viejos y viejas son unos pesados, joder. Que van muy lentos. Y para pagar ni te cuento, hay que decirles el precio de la compra treinta veces y no saben ni contar las monedas para pagar. Y preguntan mientras toda la cola espera. Putos viejos joder, a ver si ya los ponen en su sitio. A ver si dejan de comprar en los supermercados con nosotros y los meten en los sitios de viejos, donde tienen que estar.

Y qué hay de los lisiados, que van con las putas muletas y no puedo pasar por el pasillo. Y joder, con su torpeza tiran a veces productos de las estanterías. Para pagar más de lo mismo, tienen que sacar su monedero de algún sitio y necesitan las dos manos, que tienen ocupadas manteniéndose en pie. Joder qué pesados, que se queden en su casa.

Fuerte, ¿eh? A nadie se le ocurriría decir estas cosas porque son de mala persona. Porque todos entendemos que este tipo de personas están en un momento determinado de sus vidas y hay que tener paciencia y respeto hacia ellos, pues nosotros, los que tenemos la suerte de estar en la edad adulta (la edad respetada por excelencia de nuestra sociedad adultocéntrica) tenemos las herramientas para adaptarnos desde nuestra posición de privilegio.

En cambo la niñofobia prolifera con total normalidad. Escuchamos a diario cómo los niños no son bienvenidos, cómo los niños molestan porque son niños, quieren que los segreguemos y que tengamos mano bien dura con ellos, pongamos a estos seres malignos en su sitio de una vez joder, para que dejen de darnos por culo a todo el resto.

Desde el minuto cero, acaba de nacer, llora, ¿no ves que te manipula? Ignóralo, quiere atención, si le das un abrazo ya le has dado lo que quiere, te ha manipulado, se ha salido con la suya, este niño malo, que molesta, que da trabajo. ¿Es bueno? El eterno alias para ¿da por culo, hace notar su existencia? Sí, es bueno. Ah tranquilas, estamos ante un niño que se comporta como si fuera invisible. Maravilloso, qué suerte.

De hecho en Facebook abundan con total normalidad grupos donde se hace apología de la violencia hacia ellos y se habla de los beneficios de pegarles palizas para “enderezarlos” o darles con la correa unos buenos latigazos. Los más blandos recurren a las manos o a las chanclas. ¡Exagerada! Diréis. Son niños, a todos nos han dado una ostia a tiempo y estamos la mar de bien. ¡Mira qué bien hemos salido! ¡Nosotros sí que sabemos respetar! (cualquiera lo diría por lo que estamos leyendo, ¿eh?)

Si este tipo de grupos versaran sobre los negros o sobre las mujeres, serían eliminados inmediatamente, acusados de racismo, de misoginia. Una ostia a tiempo a un niño no pasa nada, pero si se la da un marido a su mujer o si me la da una persona por la calle que no conozco de nada ya se convierte en un tema muy serio, intolerable, hay que acudir inmediatamente a comisaría a poner una denuncia.

Os recuerdo que no hace tanto tiempo (apenas un siglo) existía el mismo discurso sobre la necesidad de educar a la mujer a base de ostias, de recordarle su sitio, los esclavistas defendían que con los negros no se podía razonar y que había que recurrir a la mano dura. La diferencia es que mujeres y negros tenían la suerte de ser adultos y en consecuencia pudieron organizarse y defenderse hasta que se respetaron sus derechos humanos más básicos, los niños no pueden hacerlo, dependen totalmente de los adultos y para ellos es una cuestión de suerte a ver en qué familia o comunidad van a parar…

Los niños, los eternos olvidados, los malos, los que molestan, los que no tienen derechos aunque sí los tienen.

Un abrazo.

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